Historia y leyendas
Las Rías Altas, como todos los rincones de Galica, también están repletas de historias, mitos, creencias y leyendas.
Son numerosas las huellas que nuestros antepasados dejaron en esta zona, desde castros, megalitos, petroglifos, torques, arcas, objetos... así como algunas citanías. Entre este patrimonio tan valioso sobre la vida de nuestros primeros pobladores que todavía se conserva podemos destacar el castro de Elviña en A Coruña o el castro da Atalaia en Cervo, cuyos objetos encontrados podemos ver en el Museo del Castillo de San Antón en A Coruña y en el Museo Provincial de Lugo, respectivamente.
Son numerosas las huellas que nuestros antepasados dejaron en esta zona, desde castros, megalitos, petroglifos, torques, arcas, objetos... así como algunas citanías. Entre este patrimonio tan valioso sobre la vida de nuestros primeros pobladores que todavía se conserva podemos destacar el castro de Elviña en A Coruña o el castro da Atalaia en Cervo, cuyos objetos encontrados podemos ver en el Museo del Castillo de San Antón en A Coruña y en el Museo Provincial de Lugo, respectivamente.
Posteriormente, el paso de los romanos por nuestras tierras nos dejaron obras tan maravillosas como la Torre de Hércules, datada del siglo I d.C. y alrededor de la cual existen diversas leyendas, como la de que existía en las tierras de A Coruña un gigante que fue vencido por Hércules quien consiguió cortarle la cabeza y sobre ella mandó construir una torre conmemorando su victoria. Se dice que la primera persona en habitar esas tierras ya libres fue una mujer llamada Crunna, cuyo nombre bautizaría la nueva ciudad. (Ver más leyendas). Además a lo largo de todo el territorio que comprenden las Rías Altas podemos encontrar numerosos vestigios romanos como el puente de O Burgo en Culleredo.
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En la Edad Antigua los pueblos costeros empiezan a tener una gran importancia económica debido a la pesca, construyéndose pequeños puertos y girando la vida de sus habitantes en torno al mar.
Los siglos XI y XII conforman el auge de monasterios y conventos cobrando la Iglesia su principal protagonismo como en el caso de Mondoñedo, donde la diócesis obtuvo un gran poder y dominio sobre el conjunto comarcal de la Mariña Lucense. La Catedral de Mondoñedo, el convento de Santa Catalina de Montefaro o los monasterios de Salvador de Lourenzá y San Salvador de Bergondo, dan muestra de ello.
Los siglos XIV y XV están marcados por la nobleza y la burguesía. De esta época nos quedan importantes monumentos como el castillo de Moeche o el de los Condes de Andrade aunque, sin embargo, muchos otros fueron destruidos entre 1467 y 1469 con la rebelión popular conocida como La Gran Revuelta Irmandiña. El pueblo, cansado del abuso de poder que sobre ellos ejercía la nobleza, se organizó en pequeños ejércitos y consiguió asaltar y derribar castillos y torres, viéndose la burguesía obligada a huir a Portugal y Castilla.
Los siglos XI y XII conforman el auge de monasterios y conventos cobrando la Iglesia su principal protagonismo como en el caso de Mondoñedo, donde la diócesis obtuvo un gran poder y dominio sobre el conjunto comarcal de la Mariña Lucense. La Catedral de Mondoñedo, el convento de Santa Catalina de Montefaro o los monasterios de Salvador de Lourenzá y San Salvador de Bergondo, dan muestra de ello.
Los siglos XIV y XV están marcados por la nobleza y la burguesía. De esta época nos quedan importantes monumentos como el castillo de Moeche o el de los Condes de Andrade aunque, sin embargo, muchos otros fueron destruidos entre 1467 y 1469 con la rebelión popular conocida como La Gran Revuelta Irmandiña. El pueblo, cansado del abuso de poder que sobre ellos ejercía la nobleza, se organizó en pequeños ejércitos y consiguió asaltar y derribar castillos y torres, viéndose la burguesía obligada a huir a Portugal y Castilla.